jueves, abril 30
La globalización de las almas
Entrar en internet y ver una nube que se escapa,
verde y roja,
se llama ana.
"Sonhamos pedaços de tudo e de nada.
Porque o Mestre do Sonho, que é astuto, vai fazer passar o slide quando tudo o que queremos é dormir." (Blog: http://memoria-elefante.blogspot.com/)
Entrar en internet y dejarme bañar por las olas,
tambien verde y rojas, de una bandera Italiana,
donde Valentina nos contaba:
"(...) Sono pura massa, non sono altro che figure scolpite in un ammasso di carne. Non sono nulla più di umani impagliati. Non puoi toccarli, sarebbe la fine di una magia, romperesti un incantesimo, qualcosa di catastrofico si abbatterebbe su di te e su di loro. (Blog: http://aspettandoilsignorkairos.wordpress.com/)
Y el portugués y el italiano se enredan en mi boca,
como peces,
y me suben por la espalda,
como una caricia lejana.
Y me siento italiano, y portugués, y mis corazones , todos se arrojan hacia la distancia,
derriban la Torre de Babel que nos separaba,
y es posible que haya un Dios que ante la insolencia de nuestras emociones
construya una nueva torre como venganza.
Estaremos listos, y yo, llevaré siempre conmigo esas palabras, portuguesas o italianas,
como una espada.
Lecciones de Filosofia II
Mi madre (a mi sobrino) : ¡Vamos Yeray! ¿has preparado tus cosas?
Yeray: No
Mi madre: Pues corre prepara tu mochilita que nos vamos
(Yeray coge su mochila vacia, y en un minuto, la llena de cochecitos de juguete)
Yeray: Ya está. ¡Vamos!
martes, abril 28
Días de niebla y desafortunadas incidencias
En mitad de una niebla, quieto, expectante. Así me siento.
Fue en estos últimos días, rodeado de ¡desafortunadas incidencias!, donde volví, como hace años, a clamar al cielo, lanzando venganzas y retos a dioses que nunca tuvieron la educación de presentarse. Y es que estos días, no solo tuve que soportar la enorme mochila de la burocracia, papel tras papel, y encima me faltaban, papel tras papel, acabé firmando sentencias. Sino que también, en estos últimos días, perdí mi portátil. Primero falló, luego se quejó a través de una leve chispita, para más tarde decirme adiós, dejándome solo, con lo que eso conlleva; escribir de día, entre extraños, abandonar la cueva, buscar otras madrigueras. Y escribir en ordenador ajeno es como ordeñar una vaca por primera vez, o besar un cuerpo con el que otro acaba de haberse acostado, no me gusta, no me sale, casi no llego.
En medio de una niebla, espesa, segura de si misma. No puedo hacer nada salvo esperar que un ligero soplo de aire fresco aclare mis paisajes. En medio de una niebla espesa, sin saber lo que tengo delante, así me siento. Y me rodean edificios, enorme edificios con ventanas, personas y cosas, coches y cosas, cosas y cosas, pero yo no las veo.
No digo que esté triste. La tristeza es para los que no supieron como llenar los huecos con otras emociones, yo no estoy triste, estoy; tocado, como los barquitos.
Y me encuentro de nuevo en medio de la noche, sin saber que hacer. Ya no puedo acostarme, cansado de escribir, de compartir conversaciones amigas, de sentir la historia de una película como mía. Ahora, simplemente, me acuesto, y han vuelto como antiguos compañeros de colegio, los insomnios y las duermevelas.
Pero me gustan, mi cuerpo se tumba, boca arriba, en medio de una oscuridad casi palpable, el techo desaparece ofreciéndome el camino hacia una inmensidad negra, el pecho se abre, los ojos, no valen nada.
Entonces comienzan a ofrecerse ante mí, como fotogramas, las emociones que el día haya podido entregarme. Si fue un día triste, corazones negros con anchas alas sobrevuelan mis sabanas, yo trato de reprenderlos, de pedir perdón, esconder las vergüenzas, pero ellos me atacan y me recuerdan todos mis errores, y me falta el aire, y se llevan entre lágrimas mis pisadas y mis distancias. Pero si el día es alegre, si los recuerdos vienen a mí acompañados de un ejercito de sonrisas, entonces aparecen pequeñas luces verdes y naranjas que chocan entre si en un festival de luces y música que tiran de mi espíritu hacia arriba como un cohete sin destino concreto, y mis costillas se convierten en el puerto de un pequeño barco de papel sin capitán ni marineros, que sueño conquistar, el sólo, el ancho océano.
Los insomnios me saben a leche, a recuerdos, a sabanas como abrazos. Parece que la noche es un dios inmortal y que nadie se salva, pues, es sabido, que todos nos hacemos pequeños al alejarnos en la distancia.
En medio de una niebla, gris y áspera, así me siento.
Pero esto no es un blog, es un secreto.
miércoles, abril 22
Carta del viejo escritor que se coló dentro de mi e intenta enseñarme a escribir
Hace milenios escribí las páginas más bellas de mi corta existencia sentado a la sombra del templo de Marduk en Babilonia. Me adueñé del alma de un viejo escriba y, entre sus entrañas, di forma a los versos de una de las más antiguas epopeyas. Y ahora, me veo aquí, en pleno siglo XXI, tratando de exprimir el talento de un joven azotado por los sentimientos, engañado por la razón, otra más de las manzanas del arbol que no se decidió a caer por esperar a que lo recogieran.
No puedo quejarme. En este chico puedo ver el alma danzarina de un juglar, cantando al viento sus historias, molestando al mundo con sus pasiones, aun a riesgo de recibir tomatazos, como si sus versos fueran una ensalada.
En él puedo recordar los dedos nerviosos de aquellos alumnos a los que Nietszche arrancó la venda que cubría sus ojos. Hasta la observación de Pausanias, aquella mirada abrazando cada objeto, la descubro también en las pupilas hambrientas de este a quien he poseído.
Sus historias nacen de un canto de sirena. ¡Pobre tonto! Se cree un Ulises, pero cuando las escucha, se lanza en su búsqueda como cualquiera de los marineros que no regresaron a Ítaca. Trato de reconducir esa idea hacia lo más profundo de su alma, donde puedo moldearla y evitar que, finalmente, choque contra las rocas. Pero ha chocado tantas veces contra ellas, que su boca ya sabe a sal y sus sueños son piedras.
No es su época. Ni probablemente la mía. Atrás quedó la época en que los profesores nos recordaban que para ser escritor no hace falta haber publicado una obra, sino el instinto de no poder dejar de escribir.
Mi chico tiene los defectos de los escritores románticos. Mira hacia el horizonte como esperando encontrar las palabras posadas sobre una nube o el cuello de una muchacha. Pero las palabras, todas, se agolpan en el interior, aguardando. La viscosidad de un Cronopio, el vientre de Nadja, el color de las calles de Comala. Es difícil hacérselo ver a una mirada que pretende abarcar infinitos, olvidándose de que en lo particular pueden hallarse también universos.
Es mi labor la de reconducir sus dedos hacia la palabra exacta, como un dardo apuntando hacia el océano.
Pero escribe con el corazón como si ese maldito órgano bombeador de sangre guardara las frases que se necesitan para elevar hacia lo mas alto un cuento, y es mentira.
Y se pregunta sobre el bien y sobre el mal, y se araña como los existencialistas o las peluqueras.
No puedo hacerle entender que hay caminos, ásperos como los de Lautremont, o ciegos, como el final de una poesía, y que en cualquiera de ellos puede encontrar sus mejores historias, sus personajes o el hogar en el estomago de una ballena.
¿Solo son personajes? ¡No! ¡No lo son! Son parte ahora de ese grupo de gente que una vez cruzo por su vida. Forman parte de él y se cruzan con el resto de personajes reales como en un laberinto de seres donde cuesta distinguir cuales son imaginarios y cuales nacieron para compartir con él turno en la panadería.
Es mi labor guiarle, como Lázaro, a través de este camino. Y aunque aprende, y lucha, y grita, aun sigue cogiendo las rosas por el lado de las espinas. Quizás me quede un tiempo, quizás valga la pena esperar a que un día pueda escribir algo para él, y en una lagrima llena de palabras nos despidamos sin despedidas.
lunes, abril 20
Sobre la eternidad de las canciones
20 Abril
La noche espera.
Hoy hace ocho años que me tatué la partitura de música en el brazo izquierdo. Ya no era un brazo, se convirtió en mi brazo y nunca me he arrepentido. Recuerdo como aquellos amigos con los que compartía sonrisas en mi primera ciudad se sorprendieron cuando me los hice, Piensa que es para toda la vida, señalaban. Luego en el pueblo, aquellos a los que hacia tanto que no veía y a los que hace tanto que no he vuelto a ver, también me miraban entre la fascinación y la prudencia, Mira que son para toda la vida, ¿lo has pensado bien?. Pasaron los años y muchos amigos me fueron comentando lo mismo. Pero con el tiempo me di cuenta, que nadie se acercaba y me decía, Hola, seré tu amigo, piensa que soy para toda la vida. ¿estas seguro?. Porque sabían y conocían, porque el amor es temporal, porque el viento se lleva a la gente y porque ocho años después... la canción y el tatuaje... continúan, pero ellos no.
Por eso, cuando me aniquila el pensamiento de que la amistad se marcha, mientras que las canciones son inmortales, el corazón se me llena de tinta, las manos sufren stock de abrazos y las noches se secan. Aun así no siento miedo, me reconozco en cada sonrisa de cada amigo, de cada amiga.
Con ellos aprendí que la vida es un vuelo con escalas.
Entonces miro de nuevo la partitura, parece que todos hubieran tocado también aquellas notas, como un blues al anochecer, aullando como lobos a la luna. No fue solo un momento el que compartimos sino un grito unánime que se extenderá por los ecos de la eternidad. Existe la posibilidad de que fuéramos felices y no nos dimos cuenta.
Y así dentro de ocho años miraré de nuevo la partitura, y entre aquellas notas, recordaré la música de todas las personas que pasaron por mi vida, aunque algunos fueran unos auténticos idiotas.
Me es difícil imaginar un mundo sin mi.
Pero esto no es un blog, es una herida.
domingo, abril 19
El hombre del tiempo
Dentro de un reloj de arena vive el hombre del tiempo. El hombre del tiempo siempre espera sentado en la esfera inferior a que la arena caiga y cubra todo cuanto conoce, porque el hombre del tiempo no conoce más mundo que aquella esfera de cristal y los granos de arena que lo van enterrando lentamente. El hombre del tiempo sueña con que los días no sean días, y se amplifiquen en mares y océanos azules para así romper la rutina que lo sepulta. Desea que los hombres cuelguen los relojes, como en una caza de brujas, sobre altas cruces y los quemen. Que el sol salga deprisa, y otros tarde por pereza. El hombre del tiempo, cuando la arena cubre su cadera y mientras el resto de granos golpean como granizo su cabeza, sueña con un lugar donde las horas se parecen al fruto de la higuera, o una vía láctea, brillante y eterna. El hombre del tiempo tiene sueños cortos, por miedo a que los segundos le aplasten el final de uno en el que alguien le rescata. Cuando la arena cubre la cara del hombre del tiempo, y solo quedan visibles sus ojos y su blanca frente, como un cartel publicitario, el hombre del tiempo sueña fundirse con el cristal del reloj de arena, y se imagina espejo de sus propios sueños, y se refleja en sueño de sus propios versos. Entonces la arena cubre completamente el cuerpo del hombre del tiempo, ha pasado una hora, el último grano de arena cae y el reloj gira como el que se da cuenta de un error. El hombre del tiempo se precipita de golpe sobre una esfera vacía, unos primeros granos comienzan a caer sobre su cabeza y el hombre del tiempo comienza a soñar con que los días no sean días y se amplifiquen en mares y océanos azules.....
viernes, abril 17
Lecciones de Sensibilidad I
Yo: El ordenador se rompió Yeray, no puedo ponerte ninguna pelicula.
(El bebe desaparece sin decir nada y regresa del salón con un maletín con herramientas de juguete)
Yo: ¿Donde vas con eso?
Yeray: A arreglar
Yo: ¿El que?
Yeray: El ordenador.
jueves, abril 16
Sobre el Amor y Dios
16 Abril
Ella me miraba como si mirara una manada de cachorros, sabía de mis fortalezas pero prefería ganarle el pulso al niño que hay en mi. De nuevo me sonreía. Me sonreía y yo le devolvía la sonrisa como en un juego de tenis de mesa, donde siempre ganaba ella cuando yo nervioso terminaba agachando la mirada. El camarero se acercó para traernos la cuenta, ella dejó su café sobre la mesa y relamiéndose los labios me preguntó. ¿crees en Dios?. Yo dudé, la sonreí y le dije que si. ¿y en el amor?. Si, dije rápidamente. Ella volvió a sonreír, sus dientes parecían una primavera de flores blancas. Sus ojos temblaban bajo un pequeño brillo lacrimal, y sus mejillas se movían al son de tambores invisibles, alargándose cuando bebía de nuevo el café. Era feliz.
No la mentí. Creo en el amor y en Dios, pero no tengo esperanza en ellos, y no les confiaría nada, salvo una mala mirada. Como dos buenos amigos, hemos ido creciendo juntos, dándonos la mano en los momentos malos, gritándonos cuando no andaban las cosas bien y reconciliándonos tras un nuevo silencio. Pero el tiempo nos fue distanciando, nos hizo pequeños y débiles los unos frente a los otros. No tengo esperanza en ellos, como ellos perdieron la esperanza en mi el día que fallé a la primera chica o el día en que mi maldad le ganó la partida a una decisión buena. Ahora éramos extraños que se cruzaban por la calle y evitaban saludarse o se cruzaban de acera, extraños que se recuerdan en fotos, paisajes o una canción. Algunas veces de nuevo, como traídos por un viento o una broma, los recuerdos del amor venían de nuevo, en la comisura de una nueva chica, o en un sueño donde ella me miraba despacio, como acariciándome con sus pupilas. A veces parecía que de nuevo, al ayudar a un amigo, o tener paciencia, Dios aparecía y yo me iba de copas con él y hablábamos de un mundo mejor. Pero eran solo ilusiones de una felicidad pasada. No importa, soy feliz y en otros fuegos encontré el calor que necesitaba, en otros paisajes mis estatuas de sal.
Esto no es un blog, es una lagrima.
Lecciones de Filosofía I
aunque sea gratuito, sobre todo por el horoscopo
Él: Pero si en esos periodicos el horoscopo se lo encargan
que lo escriba la señora de la limpieza
Ella: ¿y tu que tienes en contra de la señora de la limpieza?
martes, abril 14
Cosas que necesitaba decir
13 de Abril
Llega el momento de las despedidas, de dormir tras el insomnio, de recibir bofetadas.
Si escribo de nuevo un blog, y ya es el tercero en dos años, se debe a que preferí exorcizar mis demonios contando con palabras lo que sentía, que ver de nuevo en la distancia estrellarse todas las cometas que se me escaparon de las manos. Más simple que todo eso, hay pensamientos que si no los escribo me terminan. La verdad, poco me importa si nadie lee estas frases, si solo cuatro o cinco personas deciden compartir conmigo pensamientos y vida. Quizás debería seguir solo escribiendo mensajes sin botella, buscar la sonrisa. Aun así
nada importa,
sólo,
aprendí que la basura no se baja sola.
También que me cansé de la ciudad, también que hacia frío cuando no debía, también que perdí una amiga, y eso me hizo de nuevo querer escribir sobre la verdadera vida, la que observaba desde mi planeta, como una mala copia de Principito. Ella se fue, y aquellos espíritus se llenaron de montañas, las distancias se multiplicaron, se alejaron aun más los horizontes y mis barcos quedaron varados en medio de un desierto-océano.
Pero después vendrá Finlandia, con su frío y su nieve, con su erasmus, sus fronteras y sus acentos, y esa será otra historia, ¿quién sabe? Quizás otro blog, y otras muecas en vuestras caras al ver esa banderita levantada en vuestra bandeja de entrada, Mensaje nuevo, José Bizarro.
Ahora escribo como el que levanta la sabana de un fantasma, sin saber que va a encontrar, porque la vida esta echa para escribirla deprisa, besar deprisa, soñar deprisa, llegar rápido. Corremos, aunque tengo la seguridad de que todos los hacemos hacia el lugar equivocado. Al menos quedan los recuerdos, dirían los más sensatos. Cada cara, cada sonrisa, cada cuerpo geométricamente creado para encajar como un puzzle con el mío. Y así, a base de recuerdos también supe arrancar de mi interior las malas hierbas y los lagos que se formaron de llorar hacia dentro, y no hacia fuera como debía haber hecho durante todos estos años donde me ahorré lagrimas y puñetazos.
Escribo de noche, de madrugada, como un búho. Así de esta manera, melodramáticamente eterna, consigo exprimir el zumo de las sombras y encontrar en aquella luna que me da la espalda, todas las palabras. Más no se puede pedir para un aspirante, un novato, que se sienta a contar sus historias en el primer escalón de una escalera. Escritor, porque escribo, igual que es soñador el que sueña.
Sin más, digo adiós, a sabiendas que la ciudad espera, que el sueño aprieta y que mañana nos levantaremos para buscar en otro amigo, las sonrisas del anterior, en otros labios, los motivos de nuestra existencia, en otro blog, la frase que nunca escribí.
Pero esto no es un blog, es una isla desierta.