Imagino la soledad como un manto de hojas secas que han caido de los arboles, buscando un sitio. Por eso no me duele, porque es un mudar la piel, mis costumbres caen secas sobre el camino mientras otros frutos nuevos van forjandose dentro, esperando florecer. Mientras llegan historias, chicas con las que aprender a no ser uno mismo, y es agradable, como un sueño o una ironia, nivelar balanzas colocando a un lado el corazón y al otro los gemidos.
Y yo sigo esperando más allá de mis sueños.
La semana pasada me confundí de fecha, de hora y de lugar, así empiezan todos mis secretos. Luego es un caminar perdido sin rumbo, maldiciendo mi orientación, invadido por esa emoción de no saber que vendrá. Supongo que me pierdo a proposito, para no conocer todas las piedras del camino.
Y mientras yo sigo esperando.. más allá de mis sueños.
Y mientras viviendo la increible paradoja de esperar. Por que nos lamentamos del paso del tiempo, pero nos angustiamos en las esperas. Es estúpido y es ahí cuando mis miedos fluyen, cuando la ciudad se resquebraja como un puzzle, en la incertidumbre. Es por eso que una llamada, un abrazo o un hasta luego cortan mi vientre con la precisión de un bisturí, y me da miedo pensar, y deseo ser una momia o un secreto, y nace sobre mi boca un pájaro. Es cierto que tengo miedo a desaparecer de vuestros recuerdos.
Pero mientras yo sigo esperando, ya despierto… aun más allá de mis sueños.
Pero esto ni es un blog, ni tiene dueño.